martes, 15 de marzo de 2011

LO TERAPEUTICO EN LA TERAPIA

Suena grandilocuente y desmesurado asociar el término zen a otra palabra, ya que el concepto en su provisionalidad se mimetiza con aquello con lo que se lo vincula. Zen es la vacuidad absoluta que todo lo contiene siendo inasible e inapresable por la palabra que lo convoca. El zen hace brillar en opacidad la oscuridad absoluta del ser.

Concebimos como terapéutico la contingencia que logra disolver en el aquí y ahora la dualidad de la ilusión. Entre las acciones que concebimos como terapéuticas podemos describir: desetiquetar los rótulos que generan las apariencias, descondicionar los mandatos de los sistemas que nos contienen, desanudar las ligaduras invisibles a las que nos someten las palabras, desnudar las evidencias que nos inducen a las acciones simuladas, aplicar los misterios del silencio, desmontar las trampas de nuestro ego, insuflar el devenir en el tiempo indivisible del ser, deconstruir los edificios tortuosos que impone nuestra codicia, delinear estrategias de vacuidad en el propio territorio del caos, sacudir la inercia que persiste en el ropaje denso del apego, develar el interior clamoroso del corazón.

El terapeuta intenta disolver el miedo que genera la ignorancia que nos identifica como humanos, iluminando los laberintos que espejan la realidad aparente. Actúa como guía transitorio e inasible en los movimientos del ser que no tienen sostén evidente. Nos devuelve con pequeños gestos la imagen de lo que creemos no ser. Ejerce la paradoja liberadora que estalla en la raíz de nuestros conceptos rígidos y acartonados. Regala metáforas puntuales que permiten la resignación de nuestros verbos para crear estrategias amplificadoras de la libertad individual. Pone en duda y rechaza las autoridades acartonadas con las que nos identificamos, los modelos preestablecidos que nos abastecen , las normas que anemizan nuestra creatividadla creatividad.

viernes, 28 de enero de 2011

SANAR EL ESPIRITU

"Por favor, atrapad lo viviente" Anónimo Zen

El Maestro Wanshi del siglo XI nos advierte: "Cuando la luz es sin silencio / las distinciones aparecerán / del testimonio y de la respuesta / solamente nacerá desarmonía / cuando en el silencio la luz se ha perdido / todo ha de volverse inculto e inútil". La falta de atención del hombre moderno hacia las bases de su existencia -la fuerza natural que le anima- en provecho del ego intelectual que le permite la adaptación familiar y social en la vida cotidiana, origina el descuido de la fuerza cósmica en provecho de la vida individual. Es por esto que la contemplación tiene como cualidad el retorno a la unidad del cielo y la tierra, la toma de consciencia existencial de que todas las criaturas tienen la misma raíz, la conciencia de que la vida individual es a la vez vida cósmica. Se piensa que las leyes de la naturaleza se manifiestan cuando el predominio de un hemisferio cerebral acaba y las comunicaciones entre los dos hemisferios quedan restablecidas. Aquello que es captado intuitivamente por el hemisferio derecho a través de la sabiduría del cuerpo, se vuelve consciente en el hemisferio izquierdo.

Como dice Eihei Dogen: El yo es certificado por todas las existencias del cosmos, cuando el receptor esta en regla con el orden escondido. El cerebro se abre a las voces que hablan mas allá del intelecto. Practicar zazen es estudiarse a si mismo. Olvidarse a si mismo es ser certificado por todas las existencias del cosmos. Ser certificado por todas las existencias del cosmos es liberarse del propio cuerpo y del propio espíritu, y del cuerpo y el espíritu de los demás (Dogen).

Alcanzar la conciencia del cuerpo a través de la música callada, nos integra plenamente al huerto de la vida, donde la tarea cotidiana de desmalezar, sembrar, cultivar y cosechar se reaviva en cada instante. Trabajo sobre el cuerpo, practica de la concentración, control de la respiración; todos estos ejercicios realizados con paciencia y perseverancia (otra máxima del Zen), guiados por un instructor, pueden ayudar a encontrar, a calmar el sufrimiento, a liberar la mente, acrecentar la atención, a abrir la existencia a nuevas dimensiones del ser.

A cada uno le toca escoger la técnica de contemplación, de concentración, que le conviene, a cada uno le corresponde probar, cambiar, hallar... Hacerlo sobre todo sin esperar nada preciso. Sin querer nada. El cuerpo sabe lo que necesita. Todo sucede aquí y ahora. Es cuestión de atrapar el presente, observar y experimentar el instante en movimiento.

La creatividad, la disponibilidad, la atención, la fuerza del cuerpo mental interior y cada momento vivido con plena conciencia, resquebrajan las murallas que separan los mundos, permiten encontrar el hilo de la vida mas allá de los personajes en sus roles. Sanar el espíritu o al decir del Mokushoka de Wanshi: Cuando la iluminación silenciosa es perfecta, el loto florecerá, el sonador se despertara, los ríos correrán hasta el océano, las mil montanas verán el pico elevado, como el cisne que separa la leche del agua, como la abeja que liba el polen.

POR QUE CONTEMPLAR

La llamada a la contemplación, al contacto íntimo con la musica callada, pone de manifiesto  una realidad que  se actualiza profundamente en el hombre contemporáneo: el desasosiego interno ontológico. Este problema, que es universal, histórico y personal, origina las llamadas enfermedades del espiritu, generadoras de las ya conocidas patologías sistematizadas por la medicina moderna. Cuando se ha polarizado la vida sobre el dominio del conocimiento racional, de la técnica y la organización, imperando una visión cartesiana del mundo que considera la reducción de los elementos constitutivos mas importantes que el todo, se produce una ruptura en la comunidad de sentidos. El apego a los diferentes ritmos de consumo, la ausencia del control de los deseos, las dependencias a nuestras propias opiniones, al lenguaje, a lo mio, tuyo, tengo, quiero, produce la tensión interna que desencadena una crisis de la existencia.

El hombre al llegar a cierta etapa de su desarrollo individual descubre que su cautiverio total, en el seno de la vida condicionada por el tiempo y el espacio, asfixia a su ser absoluto, que esta mas alla de lo espacio-temporal. Estalla en el la posibilidad de discernir entre el cuerpo que se tiene, del cuerpo que se es. Con el cuerpo que se tiene no hay identificacion posible. Se le poseé y debe estar, como instrumento, al servicio y disposición del hombre. Si se deteriora quedan afectadas la salud, la eficacia y la capacidad de funcionamiento en el mundo. Si esta enfermo, los cuidados que reclama son asunto del médico, cuya ciencia esta en relación con el cuerpo que se tiene. Es el dominio del dolor físico, de la interpretación sintomática, donde se ve el cuerpo como algo independiente del hombre, y consecuentemente también, aislado del cuerpo que se es. El cuerpo es la forma por la que el hombre se expresa, se presenta, se niega o se realiza. Cuando solo se trata del cuerpo que se tiene, un calambre se considerará fisicamente como una contracción muscular. En cambio, en el cuerpo que se es, esa rigidez revela cierta disposición del sujeto, una actitud de desconfianza o de miedo, de resistencia o rebeldía. Aparece el sufrimiento como eje troncal del hombre de todos los tiempos.

Ante el miedo a la destrucción, la desesperación de lo absurdo, la tristeza del aislamiento, aquello que resulta inaceptable, solo hay una salida: comprometerse en la dificultad total, aceptar lo inaceptable. Decia el Maestro Zen Dogen, en el siglo XIII: "La vida... ¿a que compararla? / Al reflejo de la luna / en la gota de rocío / suspendida en el pico / de un ave acuática en vuelo". Cuando comprendemos que en la plenitud de la flor se consuman lo efimero y lo sutil, ingresamos en la participacion de una determinada dimension espiritual, percibimos algo que nos antecede y algo que nos trasciende. Se produce la integración de procesos en el devenir de la vida, donde la muerte es el ritmo, donde lo espiritual es tener un sentido totalizador.

El sentido del camino de la contemplacion se refuerza en las restantes "Nobles Verdades del Budismo": "Existe un mundo de verdadera libertad en nosotros mismos. Tenemos la capacidad de disminuir nuestros apegos y deseos y volver a la condición normal. El metodo, la vía, el camino para liberarnos de nuestras pasiones y ver nuestra auténtica naturaleza es el Sendero Octuple (el punto de vista justo, el pensamiento justo, la palabra justa, la accion justa, los medios de existencia justa, el esfuerzo justo, la memoria justa, la contemplacion justa)". Con la práctica de la contemplación, con la actitud del espíritu justa, las pasiones y los deseos disminuyen naturalmente. Las bases oscuras del sufrimiento se aclaran. El hombre se transforma en su totalidad. Se trabaja en la metamorfosis de un sujeto que se hace transparente al ser, y que en lo sucesivo vive de ese ser.